lunes, 2 de marzo de 2009

Lo que Dios dio a Mozart para que lo compartiera con nosotros.

La música de Mozart encierra algo misterioso. Parece tener un toque divino. Sobretodo su música sacra, la cual lo hace a uno pensar en realidades que aun no hemos experimentado en su totalidad, como el paraíso por ejemplo. Algunos teólogos importantes consideran la música de Mozart como una obra de alto contenido teológico y no es para menos, cuando uno escucha la maravilla del Requiem, la misa de coronacion, el Ave verum corpus o la gran misa en do menor se da cuenta de ello. La música de Mozart es un don que Dios le dio. He decidido publicar unos textos de algunos de los teólogos mas importantes de los ultimos tiempos. Empecemos por uno de el Papa Benedicto XVI llamado MI MOZART. En los próximos días publicare un poco más de Von Balthasar y Karl Barth entre otros.

MI MOZART Benedicto XVI1 “Cuando en nuestra parroquia de Traunstein, en los días de fiesta, tocaban una misa de Mozart, a mí, que era un niño pequeño que venía del campo, me parecía como si estuvieran abiertos los cielos. Delante, en el presbiterio, se formaban columnas de incienso, en las que se quebraba la luz del sol; en el altar tenía lugar la celebración sagrada, de la que sabíamos que abría para nosotros el cielo. Y desde el coro resonaba una música que sólo podía venir del cielo, una música en la que se nos revelaba el júbilo de los ángeles por la belleza de Dios. Algo de esta belleza estaba entonces entre nosotros. Tengo que decir que algo así me sucede todavía, cuando oigo a Mozart. En Beethoven oigo y siento el empeño del genio por dar lo máximo, y de hecho su música tiene una grandeza que me llega a lo más íntimo. Pero el esfuerzo apasionado de este hombre resulta perceptible, y a veces, en un pasaje u otro, en su música parece notarse también un poco esa fatiga. Mozart es pura inspiración –o, al menos, así lo siento yo–. Cada tono es correcto y no podría ser de otra manera. El mensaje está sencillamente presente. Y no hay en ello nada banal, nada sólo lúdico. El ser no está empequeñecido ni armonizado falsamente. No deja fuera nada de su grandeza y de su peso, sino que todo se convierte en una totalidad, en la que sentimos la redención también de lo oscuro de nuestra vida y percibimos lo bello de la verdad, de lo que tantas veces querríamos dudar. La alegría que Mozart nos regala, y que yo siento de nuevo en cada encuentro con él, no se basa en dejar fuera una parte de la realidad, sino que es expresión de una percepción más elevada del todo, que sólo puedo caracterizar como una inspiración, de la que parecen fluir sus composiciones como si fueran evidentes. De modo que, oyendo la música de Mozart, queda en mí finalmente un agradecimiento, porque él nos haya regalado todo esto, y un agradecimiento, porque esto le haya sido regalado a él.” * * * 1 Benedicto XVI, Mein Mozart, texto publicado en el diario Kronen Zeitung, Viena, 6 de enero de 2006.

3 comentarios:

MVA dijo...

Es impresionante... tanto Mozart como Benedicto jeje. Yo estoy totalmente de acuerdo en la música sacra de Mozart lo eleva a uno hacia Dios. Qué bueno que nos compartás lo que dicen sobre él las autoridades teológicas.

Erick Alonso dijo...

Es sumamente interesante que alguien que tenía toda la apariencia externa de una persona alejada de la fe...una persona que muchos señalarían hoy como gran pecador, bebedor, mujeriego, tiene conceptos de Dios sumamente elevados, y si uno se pone a hilar fino su biografía encuentra elementos que indican la presencia de un hombre que supo amar... quizás dentro de la grandeza de este genio tanto aparente irrespeto no fue más que una forma de mostrar cómo nos dejamos llevar por apariencias sin prestar atención a lo que hay adentro de las personas....y la que había dentro de Mozart ES increíblemete hermoso

Gabriel V dijo...

preocupados los 3